Secundaria

Martes 30 de junio de 2020

Crédito de imagen: bongkarn thanyakij en Pexels

El 16 de marzo se decretó la emergencia sanitaria y las instituciones educativas del Uruguay nos enfrentamos a una situación inédita: la suspensión de las clases presenciales. En Crandon, los equipos de Dirección (Inicial y Primaria, y Secundaria) con lineamientos institucionales comenzaron a definir las estrategias particulares para la puesta en práctica de una propuesta virtual que permitiera la continuidad a los cursos que recientemente habían comenzado.

En el Departamento de Secundaria, la Mag. Adriana Brandón (directora) y la Profa. Cristina Roggero (subdirectora) llevaron adelante un enfoque basado en la gestión del conocimiento con foco en las comunidades de aprendizaje. Ambas son profesoras de Matemática y la didáctica de esta disciplina les ha dejado «la filosofía del aprendizaje a través del error». «Equivocarse en el proceso es mejor que acertar un resultado por casualidad ―explican con convicción. La práctica del día a día en un contexto tan inestable nos dio la oportunidad de fomentar comunidades de aprendizaje. Nos permitió resolver prácticas concretas y el aprendizaje pasó a ser tal porque fue significativo».

El cambio tan drástico, en modo y en tiempo, se basó en el orden, en la planificación y en la autonomía; en delegar, en abrir el juego, recibir opiniones y ponerlas en práctica, y en trabajar con la responsabilidad de los cambios en curso. La mensajería instantánea fue la herramienta facilitadora por antonomasia con grupos y listas de distribución que fueron readecuándose en función de las necesidades de cada momento. 

El camino recorrido comenzó con la redefinición de roles a partir de la necesidad de plantear una propuesta totalmente virtual. El apoyo de los POP (profesores orientadores pedagógicos), adscriptos, docentes, psicólogas, tecnólogos, coordinadores y otros funcionarios fue fundamental para la consecución de los cursos y el vínculo con los estudiantes. El marco vincular se enriqueció con una escucha atenta y con afecto que se sustentó en el contacto que la Dirección sostuvo con todos los docentes. «Nos compartían cuestiones académicas, pedagógicas, relacionales. Buscamos acompañarlos de una forma cercana. Además, funcionamos como articuladoras y enlaces para potenciar recursos (Apoyos Académicos, Tecnología Educativa, Centro de Recursos para el Aprendizaje, etc.). Pudimos sostener una visión general de cómo estaban funcionando los grupos de primero a sexto a partir de lo que nos decían los docentes y los estudiantes, y así procuramos trasladar encares y buenas prácticas». 

La continuidad de los cursos fue posible por el compromiso y el nivel de los docentes, la implicancia de los estudiantes y de las familias. La plataforma Moodle sirvió como punto de partida y la práctica docente se complementó con el impulso y la consolidación de encuentros en vivo. Para ello, todos los profesores contaban con la capacitación en el uso de las nuevas herramientas virtuales con el ejercicio activo del equipo de Tecnología Educativa. Las recomendaciones para mejorar las prácticas comenzaron a llegar de inmediato de la mano de los profesores y de los estudiantes. 

Las reuniones de coordinación con los docentes de Ciclo Básico y Bachillerato se constituyeron naturalmente como comunidades de aprendizaje y permitieron guiar el camino que se iba recorriendo, compartir las prácticas más exitosas y las que no resultaron. También fueron ámbitos para el intercambio de recursos y planteos. 

Las unidades temáticas de cada curso se replanificaron en función de los perfiles de egreso de cada asignatura. Para ello, los docentes trabajaron en equipo en la jerarquización de temas, combinando modalidades, realizando adecuaciones didácticas para desplegar distintas estrategias que permitieran a los estudiantes aprender de la mejor manera. Los parámetros de calificación y los boletines se readecuaron a la realidad del momento bajo una normativa que indicaba juicios calificativos que alentaran al estudiante a vincularse y a superarse a partir de una evaluación positiva.

El contacto con la Inspección de Institutos Habilitados fue permanente y permitió la validación de los cursos. También fluyó, con las tensiones propias, la comunicación con familias. A través de las directoras, las POP y con reuniones con madres y padres de todos las generaciones ―de primero a sexto año― la construcción virtual liceo-familias se enriqueció durante el proceso. Por su parte, la participación de los estudiantes fue comprometida. En este sentido, las directoras destacan la consecución de La Dirección te escucha, un ámbito de diálogo iniciado en 2016 con delegados de todos los grupos que se desarrolla en tres niveles (primero y segundo, tercero y cuarto, quinto y sexto) quincenalmente. «Cuando comenzó la virtualidad sentimos la necesidad de ponernos en contacto con los alumnos y saber, de primera mano, cómo estaban viviendo ellos esta experiencia. Hicimos La Dirección te escucha por videollamada con asistencia completa. Y con mucha iniciativa por parte de los estudiantes que estaban interesados por mostrar lo que, a su modo de ver, funcionaba y lo que se debía mejorar». 

La segunda etapa de la emergencia sanitaria comenzó a planificarse en junio. El retorno a la presencialidad implicó la elaboración de un protocolo que fusionó aspectos académicos, sanitarios y logísticos. Se diseñó un retorno gradual para grupos divididos en un sistema híbrido (presencial y virtual). La Dirección, también en esta etapa, procuró resolver el encuadre general, mientras que el pedagógico ―en función del proyecto pedagógico institucional― ha sido responsabilidad del equipo docente y de las Coordinaciones correspondientes.

«En este marco tan excepcional, el trabajo desde la Dirección ha sido posible porque funcionamos como equipo desde la Dirección», explican las Profas. Brandón y Roggero. «Tenemos diferencias y nos complementamos. Confiamos y nos equivocamos por separado y juntas. Nos permitimos el error como forma de aprendizaje y sentimos que este tiempo ha permitido democratizar el “no sé, pero voy a intentarlo”. El esfuerzo ha sido de todos y logramos, en palabras de las familias, un equilibrio académico y emocional. Notamos especialmente el agradecimiento porque este ha sido un período en el que todos damos las gracias. Es un valor que ha nacido de estudiantes, familias y docentes. Un valor que sintetiza el enfoque del Instituto Crandon».

Crédito de imagen: bongkarn thanyakij en Pexels

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