Institucional

11 de abril de 2025

En este tiempo en el cual nos vamos acercando a la Semana Santa siempre recordamos algún episodio específico de Jesús durante esa semana. Pero este fragmento de canción cantada por un querido amigo me hizo pensar en otro episodio que nos ayuda a recordar a Jesús y también a mirarnos a nosotros mismos:

Cuando me despierto cada día
y en el aire está faltando amor.
Me paro de repente en una esquina
y empiezo por cantar una canción.

Hoy que soplan vientos tormentosos
se agarra de mis pies la desazón.
Navego con mis cosas más queridas
en una enorme balsa de cartón.

(…)

Los ojos siempre brillan mirando hacia la orilla
cruzando con mi barca el vendaval

Balsa de cartón. Santiago Wirth (murga Queso Magro)

Al escuchar esta canción la asocié directamente con el texto del Evangelio según Marcos en el cual Jesús calmó la tormenta.

La canción nos dice que hay algo que está faltando, que a veces parece que la tormenta no nos va a dejar salir y en ese no poder salir se quedan atrás las obligaciones, los encuentros, los anhelos y los deseos. Eso mismo vivieron los discípulos de Jesús cuando vieron que la tormenta se les venía arriba y el miedo se apoderó de ellos.

Pero ahí, en ese instante, también apareció Jesús, haciendo aquello que parecía imposible hacer. Calmó la tormenta, llevó tranquilidad y dejó en claro que ese no era el final. Acto seguido reclamó a los discípulos su falta de fe. Este no era un simple reproche, sino que el Maestro tenía claro que era esa fe la que les permitiría a ellos no solo ver el final de la tormenta, sino también cruzarla. Me atrevo a decir que en varios momentos de nuestra vida hemos sido como esos discípulos. Muchas veces las tormentas son muy oscuras y no entendemos por qué hay que pasar por ahí ni cómo hacerlo, pero la fe ayuda a andar y a despejar.

La fe, ese hecho y sentimiento inexplicable e indescriptible, individual y compartido, aparece en esos momentos de incertidumbre y duda. La misma se muestra en medio de la tormenta como ese momento de calma que nos permite seguir navegando y ver más allá. Está en lo cotidiano y más sencillo, en la sonrisa compartida, en el abrazo en el momento justo o en el mate de la tarde. Nos muestra que nuestra confianza está puesta en una divinidad que nos acompaña en el caminar y que a pesar de la tormenta, nos va a llevar hasta la orilla. Y creo que la fe es con el otro y la otra porque ahí le encontramos el sentido a seguir navegando.

Es esa misma fe la que movió a Jesús durante toda su misión y a la luz de la cual seguimos andando. Una misión que tuvo nubarrones y momentos muy tormentosos como los finales de la Semana Santa. Pero fue la fe la que hizo calmar a la tormenta, abrió el sepulcro y nos regaló la Resurrección..

Esta canción surge en una noche de primavera, nos habla de amigos, de abrazos, de canciones y de silencios con los que andamos a cuestas. Cosas lindas de la vida que, a veces, parecen estar tapadas por el nubarrón, pero una vez que se corrió la tormenta, con la fe a cuestas, podemos verlas en la orilla.

 

Por Pastoral Educativa,
Joaquín Peña Zangaro

0 Comments

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Etiquetas:

Iglesia MetodistaIglesia Metodista en el UruguayMetodismoPastoral Educativa