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Cecilia Clavijo Nion tiene 19 años. Asistió a Crandon desde Educación Inicial y es Senior 2017. Cursó el Bachillerato Artístico, fue Sophie en Mamma Mia, la representación del conocido musical que los alumnos del Artístico realizaron en octubre de 2017 y dice que preparando Mamma Mia se dio cuenta de que quería dedicarse a los musicales.

Es tímida y silenciosa. Tiene sonrisa amplia y piel muy clara, rasgos casi aniñados y movimientos sutiles. Cuando canta se transforma, muta en el personaje que representa, y adquiere una fuerza increíblemente mayor a la de su cuerpo pequeño. También le gustan los idiomas. En Crandon aprendió inglés y decidió estudiar coreano. Por ello, se postuló a una beca con el objetivo de perfeccionar la lengua y estudiar canto en alguna de las universidades de Corea del Sur.

Ganó la subvención y en febrero de 2018 viajó al continente asiático. Al principio estuvo en Busan, la segunda ciudad del país. «Tenía que pasar el examen nivelatorio, una prueba de nivel dos. Había varias chances para aprobar el examen: marzo, julio, octubre, noviembre y enero. Lo di varias veces y lo pasé finalmente en noviembre. Era muy difícil… mucho estrés, demasiado», dice con timidez.

Luego de aprobar la prueba comenzó a estudiar canto lírico en la Universidad de Daegu, en una importante ciudad de casi 2,5 millones de habitantes. En el primer semestre tuvo asignaturas como Comprensión Auditiva, Teoría Musical, Italiano y Canto. Ahora cursa el segundo semestre y tendrá, entre otras materias, Alemán ―en lugar de Italiano― e Historia de la Música, y continuará con las prácticas de canto. Cursa una licenciatura en canto lírico de cuatro años que eligió para aprender las bases del canto. «Yo no tenía mucho interés en la ópera en sí. Me encanta cantar y para cantar necesito una buena técnica. Con la ópera lograré técnica porque es la base, porque te lleva la voz a los extremos y después podés cantar cualquier cosa», explica con suficiencia y suavidad. «Además, un profesor me dijo algo que yo no me había dado cuenta: la ópera es la base de cualquier musical. Fui a ver unas óperas allá y me encantaron los coros que no necesitan micrófono para que te escuche todo un teatro. La parte artística es mucho más majestuosa y te da amplitud cultural».

La beca que obtuvo Cecilia es del gobierno coreano. En Uruguay accede a este beneficio solo un estudiante por año. Además de la matrícula universitaria, recibe una mensualidad para sus gastos. Ella eligió vivir en los dormitorios de la Universidad porque es más económico, así puede ahorrar para conocer el país.

Conversamos en la Dirección General de Crandon; minutos antes Cecilia había llegado rodeada de afectos: algunos de sus docentes y alumnos más jóvenes que la recordaban. «Encontré todo tan lindo», agregó con entusiasmo. «Y me pareció más grande de lo que recordaba».

Dice Cecilia que en Corea son estrictos con todas las reglas: no llegar tarde, ser ordenado, no tener reclamos de los demás. Y son, además, muy respetuosos. A ella no le costó adaptarse por los valores que aprendió en Crandon. «No quiero que suene a cliché… pero en Crandon aprendí a ser amable y a respetar, y allá el respeto es muy importante. Para otros puede ser un shock. El inglés que aprendí en el Colegio también me ha servido mucho, fundamentalmente con los extranjeros porque los coreanos no hablan mucho inglés».

Con la comida sufrió bastante. «Fue lo único», agrega. «Y también extrañé. Extrañé los afectos y los sabores. El año pasado, cuando llegué, no podía comer casi nada porque todo era muy picante. Me obligué a probar algo más que pasta, pizza y arroz, y ahora me acostumbré más».

Cuando extraña procura evadirse; manda algún mensaje o llama, pero fundamentalmente busca distraerse. Sale a pasear por la ciudad y a tomar café, algo que le gusta mucho. Tiene amigos coreanos y extranjeros, y se mantiene en contacto con sus compañeros de generación, en especial con sus amigas más cercanas. La estadía en Uruguay fue corta, pues debía volver para retomar las clases. Confiesa que no tiene muy claro qué hará después. «Estoy segura de que quiero quedarme en Corea. Yendo y viniendo, obviamente. No me preocupa tanto el futuro porque ahora quiero dedicarme a aprender para ver a dónde puedo llegar».

En este año y pocos meses todo ha sido novedoso para ella: el idioma, las costumbres, la comida, la gente. Desde el primer día ha estado perfeccionando coreano y practicando inglés, y ahora está estudiando canto lírico. Dice que a veces se abruma, y que descansa cuando habla en español con su compañera de dormitorio. Confiesa que en Corea no se daba cuenta del impacto, pero que cuando volvió a Uruguay fue un shock porque fue consciente de que está cumpliendo su sueño: estudiar canto lírico en una importante universidad.

Entrevista: julio 2019

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